lunes, 3 de enero de 2011

Comenzando un año más

Anoche estuve dándome mil vueltas con el coche, pensaba que habría algún putiferio cerca, pero nada de nada. Siempre el mismo chochito y la misma boquita, las mismas manitas, las mismas tetitas... Estoy batiendo el récord, creo que no hay un imbécil más monógamo que yo en este momento en la piel de toro. No hay manera de trincar algo nuevo. Aún tengo algunos días por delante, mañana puede ser una buena noche. Mientras todos los papás se gastan lo que les queda de la extra en los reyes, yo me gastaré la pasta en una puta fina, de esas que huelen bien, de esas que se han duchado y arreglado sólo para mí. ¿Cuánto me cobrarás por un polvo? Sí, te pregunto a tí, no es una pregunta retórica. ¿Y qué te vas a inventar para escaparte conmigo? ¿Dónde paso a recogerte?

El domingo por la tarde fui al cine, solo. Al lado mío se sentó una puta. Esto es alucinante, ¿cómo es posible? ¿Desde cuándo van las putas al cine? ¿Porqué tenía que dar la puta casualidad de que se sentase al lado mío? La tía iba con ropa de lycra negra, marcando todo el tipazo. Hasta los tobillos. Mediría casi metro ochenta. Llevaba unas zapatillas doradas con un ribete de pelo que parecía de conejo. También llevaba una chaqueta torera negra, en plan bomber, con más pelo de conejo. Pelo rubio platino, piel color canela, enormes gafas, y fuerte olor a perfume. Puta, reputa vamos. Antes de empezar la peli le suena el móvil. En la pantalla un tal José. La pava se pone a hablar en brasileiro. Hay que joderse. Una puta a mi lado en el cine, además brasileña, a ver una peli doblada al español. El tío era español, un baboso, le oía, pero ella no hablaba español. La chica cuelga, me sonríe detrás de sus gafotas, labios siliconados, pintalabios rosa palo. Se sienta para ver la peli. Yo la miro de reojo. No se quita las putas gafas hasta el último momento. Empieza la peli y suspira. ¡Qué pestazo! ¡Joder! ¡A la puta le cantaba el aliento a cripta! Yo creo que se había comido una mierda y por eso se le había puesto la piel canela. Le da la tos. Casi diseca al tipo de delante. El pestazo a mierda era insoportable. A partir de ese momento nada más que reportar. Yo contenía el aliento con cada suspiro y cada tos.

PD: si tu aliento canta a mierda, trágate una botella de Listerine antes de quedar conmigo, por dos razones, te cantará menos la boca y agarrarás un pedo que no te importará que te folle por detrás, y que aguante tus suspiros y gemidos en la cara tu puto José baboso.

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