viernes, 12 de noviembre de 2010

Alemanotas

La semana pasada estuve en Alemania, en Berlín, por trabajo. Me alojaron cerca de la zona de oficinas.

Una noche que acabé tarde y estaba destrozado pregunté si hacían masajes, pero era muy tarde. Así que me bajé a los jacuzzis a relajarme un poco. No había nadie, los alemanes habían cenado hace horas, y los ingleses, y los franceses... Al final somos los españoles los gilipollas que curramos demasiado. En fin. Me estuve ahí tirao un rato bien relajao.

Ví que había una sauna de esas de vapor que tanto me gustan. Me metí un rato. En Alemania la gente se mete en bolas en las saunas, así que me dio el punto, me quité el bañador y me puse en pelotas. En pelotas empecé a imaginar que venían unas alemanas que estaban buenísimas y me empezaban a comer la polla... Total, que empecé a tocarme. A pesar del calor, el cansancio y la bajada de tensión mi polla parecía más en forma que nunca. Estaba dura, rosadita, brillante, mojada, tersa, hasta bonita diría yo. La acariciaba suave, el capullo, todo el tronco, y me imaginaba esas maravillosas alemanas y tal. La verdad es que me estaba dando mucho gusto, mi polla parecía de madera barnizada.

Tanto me imaginé a las alemanas que oí acercarse la voz de dos de ellas, claramente borrachas, hacia la sauna. Dudé si taparme o no, pero cuanto más cerca estaban más nervioso me estaba poniendo, así que me tapé rápido con la toalla, justo cuando sus sombras llegaron a la puerta y la abrieron.

Toda mi fantasía al carajo. Eran dos tías como de casi 60 años, enormes, muy rubias, de enormes tetas muy bronceadas y caídas, con la toalla en la cintura. Por mi pinta era evidente que me estaba pajeando, con el bañador en el suelo, la toalla tapándome mal puesta, yo incómodo, y un bultaco entre mis piernas. Las señoras se quedaron mirándome dos segundos, una rompió a reir y la otra empezó a gritar en "trufen sajens" y quejarse. La cabreada se dio la vuelta y se fue. La que se reía me decía cosas en alemán que no entendía, parecía que excusaba a su amiga, y se sentó a mi lado un escalón más baja.

Le expliqué en inglés que no la entendía, pero ella tampoco, sólo supo decirme "please" y señaló mi toalla. Levanté las manos de la toalla, ella la fue retirando despacio y yo la dejé hacer. La toalla se enganchó un poco en mi polla y de un tirón se soltó, levantándose mi miembro como un resorte. La señora sonrió y dijo algo más que tampoco entendí. La verdad, sólo me zumbaban los oídos, y no entendía porqué no se me bajaba el nabo en esa situación.

La señora se puso delante mío de rodillas y empezó a comerse mi polla despacio, con muchas ganas, y metiéndosela hasta la garganta. Y luego siguió chupando, y chupando, y chupando, y chupando... A mí me faltaba el aire, entre cansado y excitado pensaba que me iba a dar algo, pero no llegaba a correrme. La tía estaba disfrutando y es que se estaba metiendo la mano por debajo de la toalla mientras me la comía. Ella se corrió sorprendentemente pronto y luego puso todo el empeño en que me corriese. Chupa que te chupa, chupándola de puta madre, consiguió que tuviese una corrida muy intensa, no pude evitar gemir fuerte, y ella seguía dándolo todo para comérmela muy bien. Siguió chupando suave un poco más, hasta que ya me había dejado completamente vacío. Me sonrió otra vez. Ahora me pareció una mujer muy guapa. Y se fué con una sonrisa.

Me puse el bañador, cogí la toalla, salí me puse el albornoz y las zapatillas, subí a la habitación, dormí como un angelito y falté a las dos primeras reuniones de la mañana siguiente...

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