Quedamos directamente en su casa, completamente sobrios los dos. Me presentó a sus amigos y compañeros de piso, un chico gay y una chica, muy simpáticos.
Tras un rato de charla se fueron y nos quedamos solos. Pasamos a su habitación. Tenía la ventana completamente abierta y un gran espejo en la pared. Me dijo que le gustaba pensar que la miraban los vecinos. A mi también me gustan esas cosas, pero cuando tengo control de la situación. A esa chica sólo la conocía de una noche, así que pedí que la cerrase.
Cerrada la ventana empezaron los besos, las caricias, caímos en la cama enredados. Su olor seguía siendo igual de especial. Toda su piel, blanca y suave, emanaba un perfume natural, humano y embriagador.
Antes de darnos cuenta ya estábamos desnudos. Ella me tocó la polla y la miró con aprobación. Algunas mujeres dicen que el tamaño no importa, pero si el tamaño está bien ya hay mucho ganado. Ella tenía el coño medio depilado, arreglado, y cuando lo toqué ya estaba rosado, caliente y mojado.
Unos besos y caricias más y todo estaba listo. Ella sacó un condón, yo me lo puse y empezamos a follar. Primero yo encima y ella debajo. Me encantan esos segundos antes y después de meterle la polla por primera vez a una tía. Se siente cierto suspense, y a la vez una emoción triunfadora. Es un momento único, de lo mejor para la autoestima.
Tras unas pocas embestidas y besos nos revolcamos y se puso encima. Tenía unos pezones pequeños terriblemente rosas en unos pechos pequeños. Los chupaba, y olían como el resto de su cuerpo, a calor y a sexo. Ella entornaba los ojos y se ponía cada vez más colorada mientras respiraba hondo por la nariz.
Sólo había gemidos, así que decidí romper el hielo con unas palabras: "¿así es como te gusta zorra?". No os imagináis la cara que puso, ni el enfado que pilló en un momento. Se salió y se puso hecha una fiera. Que si no era ninguna zorra, que era la primera vez que se acostaba con un desconocido, que si bla bla bla.
Como la cagué completamente sólo pude pedirle perdón y pensaba largarme de allí con el rabo entre las piernas. "Perdona, no sabía que eso te iba a molestar tanto, a muchas tías les gusta... Me voy". "No, no te vayas, espera a que se me pase", dijo.
Je je. Pues parecía que un poco zorra sí que era, o que no quería quedarse con el calentón, o que le había gustado mi polla, o que hacía tiempo que no follaba, o todo junto. Hablamos un poco. Me dijo que aunque fuera mentira que prefería que le dijese cosas bonitas y bla bla bla.
Bueno, pues a follar otra vez. Como se me había pasado toda la emoción empezó chupándome la polla, y cuando me la resucitó me coloqué otro condón.
Empezamos a darle de nuevo, esta vez no me atreví a decir nada. Al rato ella estaba a cuatro patas y yo clavándosela por detrás por el coño hasta el fondo, mi cuerpo chocaba con su culo con fuerza, y ella empezó a gemir muy fuerte, los brazos empezaron a temblarle, y yo empecé a hacer más fuerza para correrme con ella. Se cayó sobre la cama gimiendo y yo sobre ella seguí empujando y le dije "me voy a correr...". Pocas embestidas más tarde me estaba corriendo, oliendo su pelo y su piel, cubriendo mi cara con una sonrisa.
Le dije, "qué tal?" "No me he corrido". Alucinaba, juraría que se había corrido, mientras se caía se contraía fuerte y gemía mucho... Pero no lo hizo... Estaba un poco seria. Pero eso no es todo. Tenía la cara, el cuello y las tetas enrojecidas, con un sarpullido. "Tendría que haberte dicho que soy alérgica a la barba, tendrías que haber venido muy afeitado".
Como os podéis imaginar, no hemos vuelto a quedar. Podría escribir la 3ª parte de esta historia con el intercambio de correos y llamadas telefónicas que hubo, pero prefiero resumir que fue un alejamiento educado y desaparición total. Jamás he vuelto a saber de ella.
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