domingo, 9 de agosto de 2009

La llorona

Eran las 4 de la noche y yo ya estaba cansado de esa disco, así que salí afuera a tomar el aire y dar un paseo, a ver si se me bajaba la borrachera.

Justo doblar la esquina me encontré una chica llorando, sentada en un portal. Sin darme cuenta ya me había sentado al lado suyo y le había echado el brazo por encima (lo que hace el alcohol...).

La chica era bastante normal, no muy alta, no muy delgada, pelo negro liso, ojos negros, rimel negro corrido, piel blanca, mojada, fría, temblorosa, sollozante.

Hablamos un poco, me dijo que su novio la había engañado, que se presentó otra tía en la discoteca y le dió una ostia, y lo peor es que lo que la chica no sabía es que ella era "la otra", la que "no importaba", así que el muy hijo de puta salió detrás de su novia y la había dejado allí tirada...

Me ofrecí a llevarla a casa y accedió.

Fuimos en mi coche hasta su casa. Vivía a tomar por culo y con los controles de alcoholemia uno no va seguro por ninguna parte... Me estaba cagando en su puta madre (en mis adentros, claro).

La tía me caía bien. Era la primera vez que la engañaban, tenía sólo 20 años, y cada vez que hacía un silencio se volvía a romper en llanto. Creo que yo también le caí bien, porque cuando llegamos a su casa ya había decidido que quería follarme para "superar lo que le acababan de hacer y vengarse".

No estaban sus padres, habían salido por un asunto familiar pero ella no pudo irse por la universidad. Así que el plan no podía ser mejor: follarme una dulzura de 20 añitos en la cama de sus papás.

Nos metimos en la habitación. Mientras se quitaba la ropa sollozaba y me miraba de reojo, curiosa. Me quedé en pelotas en un tris y fui hacia ella para acabar de desnudarla. Toda su piel era blanca, sus pelos negros y sus pezones pequeños y bien oscuros coronando unas tetas medianas y firmes.

Empezamos a besarnos y ella agarró mi polla con nervios. Empezó a masturbarme, despacio, una mano agarraba mi polla y la otra mis huevos. Sabía cómo hacerlo y se me puso la polla dura como el mármol. Le besé el cuello, las tetas... Nos tumbamos en la cama, me dio un condón y nos pusimos a follar.

Todo lo que había pasado me puso especialmente cachondo, me estaba follando una tía que no me importaba una mierda, pero me lo estaba dando todo por despecho a su "novio". El alcohol además hacía su perfecta función, la de hacerme perder un poco de sensibilidad en la polla y ponérmela bien dura.

Me cansé enseguida del misionero y la puse a cuatro patas al borde de la cama. Ella disfrutaba salvajemente, es de esas tías que son tan agradecidas cuando se la metes, y esa postura era la que más le gustaba (a judgar por su tatuaje follador, que no había visto hasta ese momento). De esa forma se corrió una vez y me pidió una pausa.

Se fue a buscar dos vasos de agua y volvió con ellos sollozando. Le pregunté si quería que me fuese, pero no, bebimos y seguimos follando. Le echamos mucha imaginación al tema, la verdad, parecía que ella no iba a tener muchas ganas de tanto tema pero se notaba que le gustaba disfrutar del sexo. Se corrió al menos una vez más, ella encima cabalgándome y yo empalándola hacia arriba con fuerza mientras se tocaba el clítoris con una mano.

Yo tenía muchas ganas de correrme, y se lo dije. Se sacó mi polla, le sacó el condón, me puso de pie delante suyo y me pajeó hasta que me corrí en sus tetas. Eché todo lo que tenía que echar, no dejé ni gota dentro. Fué una corrida genial.

Se fue a limpiar y mientras me acabé el agua y me vestí. Al rato volvió con un pijama muy divertido y me pidió que me fuese.

Así terminó la cosa. Me gustó mucho, pero no nos cambiamos los números de teléfono porque pensaba que eso no nos iba a llevar a ninguna parte. Fui gilipollas, me arrepiento de eso: estaba lo bastante bien y follaba lo bastante bien como para ser digna de mi agenda.

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